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Adoptar una higiene suave durante el tratamiento del cáncer

El tratamiento contra el cáncer es cada vez más eficaz. Pero también puede hacer que tu piel esté mucho más sensible. Para protegerla y no agravar los efectos secundarios de los tratamientos, adopta una rutina de cuidado de la piel suave y adaptada cada día.

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Cuida tu rostro y tu cuerpo

Cuidar la piel a tiempo retrasará la aparición e intensidad de los efectos secundarios relacionados con el tratamiento. Comienza con la sequedad de la piel. ¡Con suavidad! Esto es lo que necesita tu piel. Para la limpieza diaria, olvídate de los jabones que suelen ser irritantes. Tanto para el cuerpo como para el rostro, opta por geles, aceites limpiadores o barras dermatológicas (sin jabón). Tienen múltiples beneficios: respetarán el pH de tu piel y sus propiedades supergrasas limitarán la sequedad cutánea. Para el rostro, termina rociando una fina bruma de agua termal para calmar la piel, y luego sécala suavemente.

¿Cómo debo cuidar mi cabello durante el tratamiento?

Dependiendo de la naturaleza del tratamiento, el cabello puede empezar a caerse. Deberás cuidarlo durante y después de la quimioterapia. Lávate el pelo con agua tibia y utiliza un poco de champú, eligiendo un producto con un pH neutro de alta tolerancia. Aclarar suavemente (evitar frotar). A continuación, secar suavemente con una toalla suave. Evita los movimientos que puedan dañar tu cabello ya debilitado. Por último, una vez a la semana, hidrata tu cabello con una mascarilla o acondicionador adecuado. 

Cuidar el cuero cabelludo durante y después de la quimioterapia

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Como mi piel está más sensible, he dejado de usar franelas, siempre me lavo con las manos y me hidrato después de la ducha.

Marc

Lleva tu higiene «a mano»

Para tu higiene diaria, olvida las franelas y las borlas de ducha. No hay nada que sustituya a tus manos.

 

Las borlas de ducha y las franelas: enemigas de tu piel

Las borlas de ducha, las esponjas y las franelas se utilizan a menudo porque producen mucha espuma. Sin embargo, no son aliadas para nuestra piel. Suelen ser irritantes y un auténtico nido de gérmenes.

Usa las manos en su lugar 

En la ducha, lavarse con las manos es más suave e higiénico. Es la forma más fácil, más económica y, sobre todo, más saludable de limpiar tu cuerpo. 

CONSEJOS AMABLES Y ESPECIALIZADOS 

Hay que seguir algunas reglas... ¡incluso en la ducha!

Al lavarse, la temperatura del agua es importante. Debe estar entre 32 °C y 34 °C. El agua demasiado caliente aumenta la sequedad de la piel y reactiva la inflamación de la misma. Una vez que salgas de la ducha, no te seques con una toalla. También en este caso, la palabra clave es «suavidad». Sécate con suavidad. Este paso es especialmente importante en las zonas ya irritadas. 

¿Y los desodorantes?

Lo último que hay que hacer después de la ducha es aplicar el desodorante. Mantenerse fresco todo el día ayuda a sentirse bien. Ten la seguridad de que los desodorantes no están contraindicados durante los tratamientos. No hay razón para abandonar este hábito. Basta con favorecer los productos diseñados para pieles sensibles y evitar los que contienen alcohol y sales de aluminio para reducir la irritación. 

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